Como decía, después de tomar las fotos del eclipse de luna, aproveché para experimentar con el cielo.
Había buffet, pues el lugar donde estaba permitía una mejor apreciación de las estrellas que en medio de la ciudad. Lo malo es que, a pesar de tan suculento menú, mi ignorancia no me permitió hacer una selección realmente libre. Al final, opté por las Pléyades, un cúmulo de estrellas que se distingue fácilmente porque sus estrellas son suficientemente brillantes para verse en la ciudad y porque se ve lo suficientemente pequeño como para no perderse entre tanta estrella.
Lo difícil fue apuntar la cámara, porque en el LCD no se veía una sola estrella. Así que le puse sus 30 segundos de tiempo de apertura, punto focal al infinito, temporizador (para que la presión del botón no echara a perder la fotografía), apunté a ciegas, y comenzó la cuenta regresiva. Al final, la imagen quedó así:
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