Opinión: de la evolución del idioma y las autoridades lingüísticas

De leer el artículo No estamos obligados a utilizar el léxico de otra sociedad: lingüista, me pregunta Ricardo Quit:

¿Qué opinas Octavio? ¿Debemos dejar que entre un nuevo participante al negocio de los diccionarios? Este dice que tiene «25mil palabras». La RAE tiene mas de «88mil lemas». Además, para definiciones pues siempre podemos recurrir a Ramón García-Pelayo y Gross. Creo que el problema real esta en el manual de ortografía, no en las definiciones.

Me acordé de cuando cambiaron tuxpam por tuxPAN por onda politica o cuando ponían: «este imeil a sido escrito sin asentos para fasilitar su lectura» y no por falta de ortografía.

Otros diccionarios han existido, por ejemplo, el Larousse. Su existencia no implica autoridad. Sin embargo, existe una necesidad implícita de unificación de reglas.

Todo depende de la reputación, seriedad y preparación académica del nuevo «jugador» que venda el diccionario. Si entra Juanito de los Papeles a hacer diccionarios, realmente sólo provocará caos si la gente le hace caso. El jugador debe ser respetado por la sociedad, por los estudiosos del idioma, los interesados en el habla culta y demás que busquen una referencia seria.

Sin embargo, hay que considerar que la tendencia del idioma la define la gente con el uso. Es decir, si por populismo se decreta que «ya todos podemos escribir k por /k/, como en komo estás o ke onda» y la gente lo sigue, se va a provocar una competencia caótica entre «autoridades». Aunque al final una gane, el proceso no necesariamente será agradable.

En este sentido, los diccionarios son sólo documentadores del uso de los vocablos del idioma, aunque no sólo de los vocablos se componga el idioma. Los diccionarios deberían formar parte de un juego que contenga la función de distinguir y justificar las diferencias entre el uso culto y el coloquial.

En cuanto a la RAE, yo he observado que rápidamente recoge vocablos de España pero para Latinoamérica es muy burocrático. La misma RAE está buscando, tal vez sin propia iniciativa, perder esa autoridad; por «autoridad» también entiéndase «mercado». Por ejemplo, hay términos que figuran en el Diccionario Breve de Mexicanismos de la Academia Mexicana de la Lengua, más no en el Diccionario de la RAE. Al final, lo único que significa es que de usar alguno de estos mexicanismos ante un español, probablemente éste no lo entienda.

Pensemos en la competencia entre Britannica y Wikipedia. Comparemos esto con las diferencias entre el conjugador de RAE contra Onoma, el conjugador de Molino de Ideas.

A la RAE le falta modernizarse. Apenas lo están haciendo con su departamento de «Español al día«. Sin embargo, están muy atrás de en términos de intercomunicación comunitaria. Ahí está WordReference.com que con sus foros y diccionarios de traducción llena este hueco.

Personalmente, aunque mi referencia central es la RAE, por lo general utilizo otras fuentes para confirmar y formarme un criterio.

Cuando la RAE cambia arbitrariamente las normas ocurre lo que recientemente fue noticia: que la gente reaccionó: «me estuviste dando lata durante 30 años para corregirme, y ahora por tus pistolas me la cambias… lo rechazo.» La actitud de la RAE fue de autoridad e imposición y no de «estos son los nuestros humildes resultados de 10 años de estudio del idioma; los motivos son A, B, y C para estos casos».

En conclusión, un jugador nuevo es bienvenido si es una entidad estudiosa del idioma, seria y reconoce el valor de la comunidad de lingüistas en la región donde trabaja.


Comentarios

Opinión: de la evolución del idioma y las autoridades lingüísticas — 3 comentarios

  1. Pingback: Las autoridades Lingüísticas « Ideas Molineras a medio guisar

  2. Gracias Octavio por la reflexión y por la referencia.
    No nos cabe duda que la Real Academia de la Lengua, hoy por hoy es la máxima autoridad sobre el español. Nos guste o no nos guste. También es verdad que nos da la impresión de que está dilapidando ese prestigio y de que los hablantes se están buscando soluciones por su cuenta.
    La lengua es de los hablantes y está bien que haya una autoridad que fije lo aceptable y lo no aceptable. Lo que no resulta aceptable es que esta autoridad no tenga criterios claros y los vaya cambiando de una vez a la siguiente, de que su información sea de pago, y de que viva tan de espaldas al resto de «españoles»
    Estamos trabajando en un diccionario bastante más adecuado a la realidad del español y a las necesidades de los hablantes, ya sean nativos o «aprendientes». Lo que tenemos claro es que por poco que nos gusten las normas de la RAE debemos respetarlas. No podemos crear un recurso lingüístico que no respete sus normas, al menos al principio. El conjugador Onoma conjuga los verbos siguiendo los criterios de la RAE aunque en algún caso hasta nos parezca absurdo.
    Saludos Molineros y gracias por la reflexión!

    Eduardo

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