Lunes 24 de agosto de 2009, 7:30 a. m.
La idea nunca fue quedarnos a apostar. Queríamos buscar los shows que fueran gratuitos o ver si había algo barato que ver. Eso sí, recorrer los lugares. Yo era el único que no había ido a Las Vegas.
Pasamos por el New York-New York y el París, con réplicas menores pero aún imponentes:
Todos los lugares llamando la atención con respectivos y muy buenos adornos. Yo me quedé con ganas de entrar al M&M World.
Y así nos fuimos, recorriendo, primero en carro.
Edú y Richard estaban muy cansados por la manejada, pero el check-in en los hoteles era hasta las 3:00 p. m., así que seguimos recorriendo.
Luxor, Monte Carlo y Mandalay Bay:
Pasamos a un Carl’s Jr. a desayunar nuestra primera de muchas dosis de comida rápida.
El Stratosphere habla por sí mismo. En la punta están esta atracción, estilo «sillas voladoras»:
Entramos al Bellagio, donde tienen unas fuentes de agua. En algunas de las fuentes, las aguas están puestas para que los chorros agua choquen.
Y lo inevitable: ver cómo se ve el agua cuando la interrumpes con los dedos (por cierto, salpicas al que va pasando por debajo del pasillo):
Y esta bola de agua fue motivo de análisis científico: que si eran dos copas con el agua subiendo por una y bajando por otra, que si el agua bajaba por dentro o por fuera…
Después de un riguroso análisis científico de observación y experimentación…
Llegamos a la conclusión: es una especie de copa que está llena de agua por dentro y el agua baja por fuera. Big deal.
La decepción del Bellagio: el show de las aguas del Bellagio’s no salió a la hora que supuestamente estaría.
De ahí nos brincamos al Caesars Palace, que te recibe con unas bonitas estatuas.
Yo había visto los Valet Parking, pero los Valet Restrooms, no…
La decepción del Caesars Palace: el show de las estatuas se había cancelado para esa hora. Realmente Las Vegas, en cuanto a sus shows gratuitos, me dejó decepcionado.
Foto grupal!
Seguimos caminando, pasamos por el París…
Después nos fuimos al Sahara a hospedarnos y dormir un rato, sobre todo por los que manejaron por la noche y no habían dormido nada.
ZZzzz…
Había que cenar, y vimos que el buffet del Sahara estaba a mitad de precio si sacabas una tarjeta del casino. Total, era gratis…
Nah, ni valió la pena. Ni con el descuento se me hizo bueno el buffet: el lugar estaba descuidado; una bebida supo a jabón; el pollo tenía «cebo», «gordo», o como se llame eso que al morder te rebota como liga y que su sola presencia da asco. Pero lo peor es que como no puedes comerla, tienes que buscar la manera más discreta de regresar ese pedazo mordido de pseudopollo delante de los demás. No importa que quede en familia, es algo que no es agradable de hacer… ni de ver.
Los postres no estaban tan jodidos. Lo que más recuerdo fue que al final quería probar todos los postres para ver cuál era el mejor, así que me traje cuatro pastelitos. —¿Todo eso te vas a comer? Pero creo que Chelita también quería probarlos, porque llegó con siete pastelitos.
Total. Terminamos y nos fuimos a recorrer Las Vegas por la noche y es como ver una ciudad distinta.
Y con tanta gente, batallamos para regresar al Sahara, pero llegamos.
ZZzzz…
Al siguiente día, todos en la panel para salir rumbo a la presa Hoover y al Gran Cañón.